
En los últimos años, la crianza respetuosa se ha vuelto muy popular. Profesionales, influencers y distintas cuentas en redes sociales comenzaron a hablar del tema, ofreciendo tips o “recetas mágicas” para ser “buenas madres o padres”.
El problema es que tanta información puede resultar abrumadora: cuesta filtrar, genera dudas y muchas veces termina provocando culpa o autoexigencia en lugar de claridad.
Por eso, es importante volver a la esencia y recordar qué significa realmente la crianza respetuosa. Su base está en reconocer a niñas y niños como personas que merecen ser tratadas con respeto. Su objetivo central es crear un entorno donde se sientan seguros, vistos, comprendidos y organizados. En otras palabras, se trata de construir un vínculo cuyo cimiento sea el respeto, la seguridad y la empatía.
Criar con respeto no es seguir una lista de consejos ni una moda pasajera. Es estar disponibles como madres, padres o cuidadores para ser fuente de calma y refugio cuando nuestros hijos atraviesan momentos difíciles: cuando lloran, hacen una rabieta, sienten miedo o enojo. Ellos todavía no saben regular sus emociones, y es ahí donde nuestra sensibilidad adulta y nuestro vínculo se vuelven fundamentales.
La crianza respetuosa, entonces, no consiste en aplicar fórmulas que encontramos en redes sociales, sino en conectar con las necesidades reales de nuestros hijos e hijas. Se trata de conocerlos, validarles y acompañarles con empatía en los momentos en que más nos necesitan.
Subirse al barco de la crianza respetuosa puede sentirse desafiante, porque en los momentos difíciles suele aparecer nuestra propia historia de infancia. La forma en que mis padres respondieron a mis necesidades en situaciones de estrés influye en cómo yo, hoy, puedo responder a las de mis hijas o hijos. Por eso es importante recordar que no existen “malas madres” o “malos padres”, sino que muchas veces arrastramos un daño vincular heredado de una cultura de malos tratos hacia la infancia, con la que gran parte de los adultos fuimos criados. Reconocer esto nos da la base para generar los cambios necesarios y escribir una nueva historia con nuestros hijos e hijas.
Escrito por
Camila Viñuela
Psicóloga clínica
Especialista en parentalidad positiva y respetuosa

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